La falsedad ha sido compañera del hombre, como el silencio, el olvido, y otras muchas cualidades que acompañan a la condición humana.
Occidente se ha caracterizado por ser el campo de batalla en la lucha contra la falsedad: la falsedad del conocimiento, de las ideas, de los prejuicios, de las arbitrariedades.
Sólo Occidente ha brillado frente a otras civilizaciones por su ansiosa búsqueda de la verdad... hasta el relativismo.
Lo que parecía la suprema conquista de la verdad se ha convertido en la máxima entrada de la falsedad. El relativismo se ha tragado la búsqueda de Occidente y a su propia civilización. Hoy podemos afirmar en el sentido más amplio y profundo que nunca que Sócrates ha muerto por la cicuta del poder y que hoy triunfan los sofistas de la peor calaña.
Los sofistas se han instalado en la política, en la justicia, la economía y las comunicaciones.
Los primeros se han hecho una casta, los segundos han generado un monstruo informe e imprevisible, y los terceros han limpiado los bolsillos de todos. Los últimos son payasos o títeres de los primeros.
Occidente se derrumba como un enorme gigante de barro, que cae irremediablemente, mientras que los que se encuentran a su sombra se apartan esperando que no los aplaste en su imparable caída.
Es frecuente ver a muchos que ante el desastre se tapan los ojos y se fabrican un mundo ideal lleno de investigadores, pensadores, literatos, médicos, arquitectos, ingenieros, filósofos... y piensan que el hombre sigue avanzando.
Son pequeños ingenuos engañados por la apariencia de una inercia que se va agotando día tras día, ante una decadencia que se asoma al abismo de la anarquía, el autoritarismo, y el igualitarismo. El "hombre" se extingue para dar paso a la "pieza socializada", la cual encaja en el complejo entramado de un mundo cada vez más controlado de manera caótica y dirigido hacia la disolución y finalmente a la nada.
Toda resistencia es estéril. El poder está ejerciendo toda su fuerza sobre los que se resisten. Así, los intelectuales han sido comprados o entretenidos con interminables etapas formativas. Los espirituales han sido desacreditados y seducidos por ideas que los han apartado de su necesario ascetismo e independencia. Los ancianos han sido relegados, o han sido depositados en centros de inhibición y neutralización (residencias). Las juventudes han sido esclavizadas mediante la competitividad por una inalcanzable autocomplacencia, en la que las drogas, el deporte y el borreguismo son los medios para lograr sus más altas cimas. El hombre es despojado de su dignidad y la mujer es lanzada a la búsqueda de una meta desconocida e inexistente.
Toda la sociedad ha quedado descompuesta y sostenida en la falsedad.
Esta es la Nueva Era: "el mundo globalizado". ¡Puag!
lunes, 25 de mayo de 2009
Falsedad II
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reflexiones
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