martes, 30 de septiembre de 2008

El dolor

Duele mucho lo que nos dicen o hacen, y menos lo que decimos o hacemos, aunque a veces observamos un gesto de dolor al que dañamos, y que con frecuencia esperamos que el tiempo diluya, a pesar de tener la experiencia, que el dolor que causamos se suma y multiplica con prolongados silencios.
Otras veces observamos o padecemos el sufrimiento que nos causa algo ageno a nosotros, aunque lo que más duele no es sufrirlo, sino el que seamos nosotros y no otro el que lo sufre. Cuantas veces, la enfermedad, un accidente o la muerte sacude nuestras vidas (o a los que consideramos parte de nosotros) y nos preguntamos: ¿porqué nosotros?, cuando tal vez la pregunta debía ser: ¿cómo no fue antes?
Nadie puede contestar a esa primera pregunta. El dolor es tan grande, que basta sugerir una respuesta, que descargaremos toda nuestra furia sobre el osado que se atreva a tal sacrilegio, pues en este caso el silencio se hace sacrosanto.
Y sin embargo, el dolor, como una voz insistente contesta a gritos vacíos:
+ de causa-efecto: sucedió muy apesar tuyo y tu trabajo ha de variar drásticamente.
+ de probabilidad: a alguien le debía tocar y míra tú que "te cayó la china".
+ de culpa: no fuiste prudente, no hiciste lo que debiste,te equivocaste o se equivocaron, no estabas en el lugar ni en el momento adecuado, pero en definitiva: has sido responsable.
+ de remordimiento (requeteculpa): puede evitarlo y no lo hice.
+ de fatalidad: no tengo remedio, soy estúpido, sólo me puede pasar a mí.
Esta voz, sea la cual sea la naturaleza del vacío que produce, es mucho más difícil callar y a veces, sólo la locura es la única capaz de llenarlo, cuando tal vez el dolor no es más que el aviso para una nueva oportunidad, lo más intensa posible para evitar lo menos deseado. Aceptar el aviso, es aceptar la vida, aceptar la lección de la vida con humildad, y reconocer que siendo un caso más, imprudente, irresponsable, o necesariamente imán de infortunios, es abrise al amor hacia sí mismo y a los demás, al mundo y a su hacedor, que todo lo dispone con parámetros misteriosos, como el padre corrige al hijo más tierno, o el químico mezcla las substancias más complejas, el físico formula las leyes más complejas, el matemático establece las hipótesis no menos inverosímiles y el sabio formula las reglas más sofisticadas... todo ridículo para el necio y el ignorante.
Por cierto, no hay más atrevido que el necio, todo un experto en causar y producirse dolor, pues de los avisos no excarmienta.

sábado, 27 de septiembre de 2008

El trabajo

El trabajo dignifica a la persona; es necesario; es imprescindible para vivir; pero es duro, y por eso pocos lo desean.

El trabajo produce dolor, agota, cansa, y en otras ocasiones subyuga, genera dependencia y ansiedad, como un síndrome de Estocolmo.Pero el trabajo es la manera de construir en el mundo material, y de construirnos en el mundo intelectual y espiritual.

¿Por qué lo rechazamos? Por ese dolor agudo que se nos clava en donde más duele, en el punto inconveniente, en el instante inoportuno, con la persona a la que nos hace olvidarlo...

La clave por tanto es el dolor. Nuestra angustia no es por el trabajo, sino por el dolor que nos causa. ¡Qué poco nos gusta el dolor, sufrir, soportar una carga!. Y ese es nuestro mayor trabajo.

El dolor es un aviso; una señal. Nos duele porque vamos contracorriente, contranatura, nos apartamos de las leyes del mínimo esfuerzo, de la caida libre, de la mínima diferencia de potencial, y del máximo gusto. Pero este aviso tiene una causa: nadie debe emprender una tarea sin plantearse en cada instante si el consumo de energía requerido merece la pena. Cuanto más dolor, más energía a consumir contra el esfuerzo desarrollado caminando para obtener el fruto del trabajo; el dolor es el rozamiento de lo material y lo inmaterial contra nuestras sensaciones.

Nadie hace nada con dolor si no merece la pena, pero...¿por qué trabajamos en lo que nos va a causar dolor y sufrimiento? Por que el placer es la grasa que lubrica nuestro trabajo. Nos coloca en donde jamás iríamos por nuestro gusto, si pensaramos en el dolor que nos va a ocasionar. Después del placer: ¡cuánto sufrimiento (gran dolor)!

¡Que bello es vivir en el dolor! que es decir: "trabajar poco a poco con un constante dolor".

lunes, 8 de septiembre de 2008

A río revuelto...

Es difícil analizar hoy día hacia dónde vamos. Hay crisis... personal, de valores, de intereses, de familia, social, económica, política, internacional; en fin: CRISIS.
Suelo decirles a mis tiernos alumnos cuando no saben a donde van: "eres como una crisálida. Te has metido dentro de un capullo y hasta que salgas no sabremos si serás mariposa bella, o vete tu a saber"!
Y esta reflexión viene a cuento de observar que todo se descompone, aparentemente. Pero sin duda, algo saldrá, y el problema está en saber ¡qué saldrá!.
Pero salga lo que salga, hemos de vivir el día a día; tener objetivos, metas, formar nuestro carácter, nuestro cuerpo, nuestro espíritu, y nuestra alma (los que la tengan), esforzarse contra viento y marea, y seguir trabajando.
Todo está en tener unos criterios, una escala de valores, unas ideas por las que luchar, y gran humildad para revisarlas de vez encuando, por eso de que todo el mundo se equivoca.
¿Cuál es la escala correcta? Es muy complicado dar una para todos, pero como buen quijote español, me atreveré a dar unas líneas generales:
Una buena escala debe tener en lo más alto a lo más importante. Unos tienen a Dios; otros el amor; otros la sabiduría; otros la verdad y otros la ciencia.Tú mismo.
Pero ten presente que:
quien tiene a Dios lo tiene todo y no ve nada;
quien tiene al amor, no debe buscar ser amado.
quien tiene sabiduría, se siente necio.
quien tiene la verdad, se equivoca.
quien tiene la ciencia, no tiene nada, ya que la ciencia es un instrumento siempre por reparar.
Lo cierto que son frases hechas, pero que apuntan a que no basta un sólo elemento en la cumbre de la escala, aunque yo me quedo con Dios, no ves pero, si tienes fe...
Insisto: Tú mismo.
Si la cumbre es importante por activa, mucho más es por pasiva. Ejemplos:
Si tienes el alcohol, que bien te lo va a pasar, hasta que vengan los delirios.
Si tienes las drogas, mucho mejor, hasta que andes y acabes mucho peor.
Si tienes el sexo, que magnífico te lo vas a pasar, hasta que todo se complique con infinidad de problemas.
Si tienes el dinero, que estupendo te lo vas a pasar, hasta que no lo tengas, y todos te abandonen.
Si tienes poder, que maravilloso te lo vas a pasar, hasta que venga otro y te lo quite (si tienes miedo a que te lo quiten ya no eres poderoso).
Si tienes amigos, que extraordinario te lo vas a pasar, hasta que seas feo, pobre, viejo o tonto, o una mezcla de todos; los amigos duran menos que el poder, el dinero, el sexo, las drogas y el alcohol.

Resumen: Tú mismo; tu mismo eres el mayor tesoro que tienes, y si no lo proteges, no tienes nada (menos que con ciencia). Todo lo que te hace perderte, es tu enemigo; un enemigo muy agradable, pero que algún día mostrará su verdadera cara.
Dios, el amor, la sabiduría, la verdad, la ciencia... te acercan a tí mismo: no te alejes demasiado de ellos; déjate encontrar; te harán mejor persona, para aquello que salga cuando seas adulto, y contribuirás a que este mundo no sea un aborto.